I.. OKUPAR EN KRISIS (original en català, autor desconegut)




Justificación: Sentido de justicia, derecho a una vivienda digna, CE, luchar contra ella con los medios que tenemos al alcance.


Los okupas hace más de veinte años que actúan, y desde sus principios denunciaban, como es consustancial a su lucha, los abusos de los propietarios inmobiliarios y especuladores que, finalmente, con la inestimable aportación de especuladores de otros sectores, han provocado el estallido de la crisis en la economía global.


Se podría argumentar en contra de que la lucha okupa no es pacífica, pues emplea la violencia para hacerse con el uso y disfrute de determinados inmuebles. Pero las posibilidades de negociación son casi nulas si tenemos en cuenta que los pisos de protección oficial se ofrecen para adquirirlos en propiedad. Es decir, que la ayuda que el Estado propone para facilitar el acceso a la vivienda tiene unas características esencialmente idénticas a la de las inmobiliarias -si exceptuamos las condiciones de pago-.


Una solución a medio camino entre el discurso radical en contra de la propiedad y el discurso disfrazado de sentido común del Estado sería, por ejemplo, la gestión de alquileres públicos a precios populares. Pero eso no es rentable para el Estado, pues debe reservar dinero para poder actuar en momentos de crisis, ayudando con lo que se recauda de los impuestos a aquellos que han conseguido reducir a la más mínima expresión su aportación a la sociedad, como por ejemplo la banca o las transnacionales. En cambio, ahora éstas, unas y otras, reciben las partidas de ayudas más grandes que ha dado nunca un Estado. Esta situación es paradójica, y no debemos olvidar que son minoría todavía las personas -entre ellas los okupas- que denuncian frontalmente esta lógica.


Desde el momento en que firmamos un crédito al consumo con tarjeta de crédito o una hipoteca, estamos aceptando tácitamente el funcionamiento del sistema. Me parecería una postura muy cómoda defender lo contrario, pues ni uno ni otro son estrictamente necesarios, y los okupas demuestran que la oposición radical es posible.


Ahora bien, ¿se le puede exigir a cualquiera que tome una postura como ésta? Es complicado pedirlo, por ejemplo, a una pareja de trabajadores que planean tener un hijo y ven como, de hecho, la cuota de una hipoteca y el alquiler mensual son prácticamente idénticos. Considero que el sistema económico cierra las puertas para que la mayoría -nunca pueden con todos- sigan un camino determinado, lo que se ha establecido previamente en las leyes.


Desde este punto de vista, ir a votar también sería un acto de adquiescencia relativo al funcionamiento del sistema democrático y, por tanto, de las leyes que emanan de su poder legislativo.


En cualquier caso, volviendo al tema de los okupas, la proliferación de personas adscritas a este movimiento debería llamar la atención sobre el hecho de que la situación de base que la provoca -la configuración del derecho a la vivienda como un lujo- ha ido ensanchando su presencia en el sistema. Ser titular de una hipoteca, supone verse ligado a una obligación que, posiblemente, afecte también tus descendientes. Ahora bien, la mayoría han comulgar con el pensamiento de que "más vale tener un piso en propiedad, que no pagar y pagar por no tener nada". Nunca pensaron que pagaban por su libertad -aspecto ciertamente paradójico que no voy a discutir aquí-. También es cierto que el sistema de había empeñado en no dejar casi ninguna alternativa material, seduciendo a las personas con su discurso exaltando la propiedad privada como bien supremo del ciudadano y de la sociedad. Y muchos se lo creyeron.


La acción directa de los okupas no ha provocado la crisis del sistema inmobiliario, esto también hay que recordarlo. Ha sido el propio sistema el que se ha hecho daño a sí mismo.


(No he conseguido descubrir de dónde saqué este texto. Si algú es reconeix i vol manifestar-ho, col·laborant d'alguna manera en aquest blog que es posi en contacte... Gràcies)

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