Mak Histerik introduce en su blog un interesantísimo texto, con profunda carga social, del recientemente fallecido José Saramago, y aquí os lo re-reproducimos y aderezamos con mezclas varias que se añaden para superponer ideas y plantear un debate abierto sobre el sentido real y auténtico de esa palabra tan puteada, llamada democracia...
José Saramago lo dijo muy claro HAY QUE PERDER LA PACIENCIA, DEBEMOS AULLAR, enseñar los dientes y morder, ya hemos hablado demasiado. A continuación reproduzco algunos fragmentos de su intervención en el 2007 en la 1ª Cita Internacional de la Literatura Iberoamericana. Sobran los comentarios.
"Es curioso cómo nosotros vivimos en una época, afortunadamente para todos, en que todo se puede debatir. Llegamos a la felicidad del ágora donde la gente va y discute todo lo que hay para discutir en la vida personal y en la vida comunitaria y humana. Parece que es así y no lo es, porque hay un tema que no se toca y es precisamente el fundamental -o debería de serlo-, porque constituye las bases, los cimientos, la sustancia misma de la relación humana. El tema que no se toca es la democracia. Podemos tener la seguridad de que ahora mismo se está discutiendo de todo en congresos y seminarios, pero apuesto, con una convicción que viene de lejos, que en ningún lugar se está planteando esta sencilla pregunta: ¿es esto una democracia?; ¿por qué no lo es?, si la conclusión es esa, que a mi juicio es la más sensata. Esto que llaman democracia no lo es. Todos sabemos que vivimos bajo una plutocracia. Son los ricos los que gobiernan...
Con esa palabra, democracia, se nos están ocultando cosas que no tienen nada que ver con lo que significa y propone. ¿Para qué sirve un ciudadano en una situación como esta? Para votar. Y cuando vota se nos dice, bueno, hasta la vista, dentro de cuatro años vuelve. El ciudadano ha votado a un partido, no importa cuál, no se le pide nada más durante esos cuatro años, al cabo de los cuales vuelve a sonar la campana -la campaña- y a votar. Luego, como borregos y carneros nos ponemos todos en fila para introducir un papel en la urna, (vaya palabra, urna) que en principio expresa nuestra voluntad política y nuestro mandato para que se cumpla un programa, pero deberíamos saber que de ese papel se hará el uso que entienda aquel o aquellos que van a gobernar ante nuestra indiferencia. (...)
En este escenario ¿qué hacemos? No lo sé, pero quedarnos mirando, como el poeta, que decía que "sabio es quien se contenta con el espectáculo del mundo", eso sí que no. En mi novela Ensayo sobre la lucidez, cuando pongo una ciudad en pánico, por la afirmación de conciencia cívica de los ciudadanos el 83 % vota en blanco, y el sistema se tambalea. Recuerdo que en la presentación de ese libro en Lisboa, el ex presidente Mario Soares, a quien invité para presentarlo y debatir el contenido, me suelta a boca de jarro, "pero vamos a ver ¿usted no entiende que un 15 % de votos en blanco sería un fracaso de la democracia?". Y yo le contesté "¿y usted no entiende que el 50 % de abstención es el fracaso de la democracia?"(...)
Porque, amigos, ya lo sabemos, el mundo democrático está dirigido por organismos que no son democráticos, que algunos, en un alarde de corrección política, dicen que son "ademocráticos": el Fondo Monetario Internacional no es democrático, la Organización Mundial del Comercio no es democrática y el Banco Mundial no es democrático, no votamos a nadie para estas instituciones, por lo tanto las democracias son gestionadas por poderes no democráticos. (...)
Es que hay unas cuantas cosas que tenemos que hacer. La primera es perder la paciencia. Y manifestarlo en cualquier circunstancia. En el epígrafe que pongo en uno de mis libros, que por otra parte es inexistente, llamado el Libro de las voces, hay cuatro palabras que no me parecen baladíes: "aullemos, dijo el perro". Pues bien, ya hemos hablado demasiado, es hora de aullar. Si no queremos ser los corderos que ni siquiera pueden balar, si nos dejamos llevar, si incluso sabemos que nos llevan y no hacemos nada para contrariar a quien nos lleva, entonces se puede decir que merecemos lo que tenemos. (...)
De verdad creo que hay que hacer algo, por lo menos que reforcemos en nuestra conciencia la voluntad de no dejar que nos engañen, y no tenemos que emplear mucho tiempo en saber dónde, cuándo y cómo nos están engañando. El engaño, la mentira, es el rey de la Tierra. (...)
En cualquier caso, hay una manifestación cotidiana que deberíamos llevar a cabo sin tregua: el desprecio por aquellos que, gobernándonos supuestamente en nuestro nombre, engañan a diario. (...)
En cualquier caso, no necesitamos vivir bajo un régimen autoritario para tener motivos de protesta, de reivindicación. En los regímenes democráticos también se cometen abusos de todo tipo que deberíamos ser los primeros en denunciar y combatir. Lo que está mal en la democracia es el hecho de que no la critiquemos. Y porque no la criticamos, corremos el riesgo de perderla. Incluso puede ocurrir que el último golpe contra la democracia le sea asestado en nombre de la "democracia"...
Y ahora, inspirado de forma tangente por esta entrada del blog de Mak Histerik, un texto de Abel E. Cantero, colaborador de este blog y de Revista Iguazú, en el que se mezcla la ficción autobiográfica con el relato de actualidad.
A VECES SUCEDEN COSAS EXTRAÑAS
en memoria de
(por orden de desaparición)
Ronnie Lee Gardner y José Saramago
Al final del día en el que anunciaron las lamentables pérdidas de Ronnie Lee Garder -último ejecutado ante un pelotón de fusilamiento estadounidense- y José Saramago –lúcido escritor portugués comprometido socialmente-, justo al comenzar a escribir esta oración, mientras me estoy tomando un descanso en la maratón de apuntes y manuales previa al examen de mañana, cae sobre la mesa una mosquita. Ahora se retuerce junto al cenicero. Observándola, querría detener el pensamiento en los 1217 ejecutados en USA desde que se restableció la pena de muerte en 1976, o en dos de los personajes que construyó Saramago, dañados en la parte izquierda del cuerpo; metáfora del ser humano al que han extirpado la esperanza social y la compasión, como símbolos del pensamiento de izquierdas auténtico. De golpe se enciende la tele, me despisto, pierdo el hilo y me asaltan cuestiones incontrolables, aparecidas como por sorpresa y sin venir a cuento. ¿Pasaron veinticuatro horas desde que esta mosquita nació? Eso es lo que viven, ¿no? ¿O contemplo la acción de un insecticida letal que pulula en el ambiente y anticipa su muerte? ¿Hay alguna razón para vivir? ¿Y para condenar a alguien a morir en manos de otro? ¿Soy consciente de que, en menor medida, el veneno me afecta a todas horas? ¿Pudo depositar sus huevos esta mosquita en un lugar húmedo y oculto, donde criarán sus larvas? ¿Sería como rematarla ofrecerle una transfusión urgente de mi sangre?
Al posar la mirada extraviada sobre el monitor de televisión, me veo reflejado en la pantalla; pero la acción que allí transcurre no sucede en tiempo real, aunque así pueda creerse. Con la voluntad de ayudar a la moribunda mosquita medio muerta, acerco el dedo corazón de la mano derecha, herido horas antes en un accidente laboral con una hoja de papel; pero no se aferra a él la mosquita, para chuparme cual bolsa de plasma. Su última esperanza de mantenerse viva no corre por mis venas. Continúa danzando al ritmo de la agonía y el desenfreno, ajena a mi presencia, acercándose a golpe de retortijones al cenicero. Enciendo un cigarro. Tal vez es de otro género el bicho, dice una voz en off que suena como la mía. Tal vez es un mosquito, añade. Muevo el cenicero para apartar la sombra y que la luz lo ilumine lleno. Al fin y al cabo, concluyo, lo suyo es zumbar, reproducirse, picar y morir de forma natural o artificial... Mi dedo, el virtual que aparece en pantalla, se eleva un momento, desciende con parsimonia y presiona levemente el cuerpo ya inmóvil del insecto. Lanzo los restos al cenicero, me estiro y descanso en paz. Suspiro satisfecho, me sirvo un gin-tonic con rodaja de pepino fresco y enciendo un peta de maría alegre. Unos segundos más tarde, aparece sobreimpresa en pantalla la siguiente frase: Si al menos fuera una certeza que la excepción confirma la regla, o que el objetivo final justifica los medios...
De vez en cuando, al mirarme en el espejo después de unas horas de televisión, si me acerco mucho a la imagen de mi pupila, veo que me queda impresa en la retina una unidad amorfa, una serie de imágenes congeladas en las que se conserva y detiene la muerte, causada por gobernantxs asesinxs en masa, vencedorxs que se jalean y se abrazan en las pantallas, mentirosxs que, con combates de discursos vacíos para la población como tú y yo, quieren hacernos comprender que la esperanza anima el alma y así hay que venderla; pero que todavía nadie se preocupa por hacer entrega efectiva de la mercancía, y ellxs lo harán por nosotrxs. Sostienen que hay peligrosxs terroristas que tratan de socavar los fundamentos de nuestro bienestar material con alternativas alimentadas por el espíritu contestatario; que así, con propuestas radicales, no se va a ninguna parte. Para defenderse crean alianzas de civilizaciones que jamás abandonarán las armas, y se llenan la boca de libertad, igualdad, fraternidad y democracia, para masticarlas y servirlas en una bandeja de mierda baboseada. Las víctimas del festín seremos tú y yo, tal vez. No tendremos ni una triste servilleta a mano, ni tampoco un triste segmento de rollo de papel de váter. Entenderemos el motivo por el cual, antes de acceder al banquete del patio de prisión, nos cachearon para confiscar nuestros pañuelos. Y tú y yo jamás firmamos ningún contrato en papel... Bueno, yo una vez voté, y tengo documento nacional de identidad. Podría ser sospechoso de colaboración ciudadana. No sé tú cómo lo ves.
aquí el blog de J. Kalvellido
Sospecho que soy terrorista (Silvia Delgado Fuentes), del blog Si vis pacem (01/12/2009)
Yo antes no era así, vivía feliz mirando tele, trabajando en precario, leyendo poco.
Bebía cervezas, masticaba chicle, iba de compras, saludaba al jefe... Todo iba bien. Pagaba mis deudas , soñaba con que me tocara la lotería, con ir de vacaciones, con estar un día completo en la cama, en fin, cosas sencillas, compraba el periódico los domingos, saludaba de lejos a las vecinas, felicitaba las navidades a mi familia, todo bien , todo correcto.
Pero últimamente no sé qué me pasa, no sé cuando empezó todo, no sé, ciertamente, si el inicio estuvo en la ley de partidos, o fue antes, no sé si se agravó mi crisis con las detenciones, no sé verdaderamente si tuvo la culpa Bush o Aznar o Garzón o Marlaska, no sé si es por la censura, por la tortura o por la manipulación. No sé si tiene algo de responsabilidad en mi situación, Palestina o Irak o Guantánamo o Soto del Real, no sé si es porque llevan esposados a los jóvenes, a los emigrantes, a los disidentes, no sé si es por las huelgas de hambre, por los muertos de hambre, por los muertos de pena.
No sé si es por tanta mentira, por tanto descuartizador, por tanto mercader, por tanta impunidad, por tanta mordaza a sueldo.
Sospecho que soy terrorista. He empezado a respirar sin pedir permiso, a pensar sin pedir permiso, a hablar sin pedir permiso y esto dicen, es el peor de los síntomas en una sociedad aterrorizada como la nuestra donde la palabra es la peor de las amenazas.
Siempre somos víctimas potenciales de la brutalidad más grande, la que todxs anidamos en el interior y a algunxs gusta alimentar; pero algunxs otrxs conseguimos morir en paz y sin hacer daño a nadie, porque así queremos que sea. A lo mejor, cuando nos caiga una bomba o maten familiares, cambiamos de opinión y nos volvemos más radicales. La cuestión será comprobar entonces cuáles son nuestras raíces, y evitar que cualquier fanáticx las riegue para sus propios fines. Lxs muy hijxs de mala madre no buscan cuidarnos, no... ¡No nos dejemos engañar!
oh la la,vaya collage¡¡¡
ResponderEliminargracias por incluir mi texto, entre textos de tanto nivel y por supuesto, gracias por la dedicatoria. Un abrazo.
gracias, Silvia, por iluminar con emoción y contundencia la cara oscura de la sociedad en la que vivimos; gracias por no abandonar la esperanza y animarnos a hacer lo mismo. gracias. un abrazo.
ResponderEliminarLlego tarde, como casi siempre, agradecido por el reportaje-collage que si aun me zumba en la cabeza, es que no es mosquita muerta
ResponderEliminarUn abrasos
nunca es tarde si, como lo es en este caso, la dicha para ambos es sincera. abrazo!
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