Trazos, de Renato Tinajero

La mano ha sido siempre la de un niño
y de niño son los dedos que sostienen el lápiz minucioso.
Dios es una hoja en blanco
recién arrancada del cuaderno.
Dios va llenándose de líneas,
sombras,
superficies
y huellas digitales impresas al carbón.
Manchada su inhóspita pureza,
Dios se asemeja a una casa de ladrillos,
a una cuchara y a un triángulo,
y a los demás objetos
que sobre el papel han quedado dibujados.
Hay un dejo de secreta gratitud en la manera como el niño
levanta el lápiz
y contempla los dibujos.
Nos recuerda a la muchacha que se detiene a mirar
los vestidos de novia en los aparadores,
y a la que descubr el nombre del amado
en el remitente de la carta.
No es posible medir la distancia
que va desde los ojos al objeto contemplado. El niño ríe.
La hoja es una sábana infinita
ideal para el sueño del ángel y del gato.
Mapa de sencilla geometría,
indica el sitio exacto dónde localizarse a sí misma,
tesoro preciosísimo,
abandonado,
como un Dios que pacientemente espera,
debajo de la cama.


Poema publicado en marzo de 2005 en la Revista de Poesía Aullido nº12/13: 
"Región sin dónde 2, antología de la poesía actual de Nuevo León, México"; a cargo de Margarito Cuéllar  y Rocío Ríos. 

Dirige y edita: Uberto Stabile 

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