Lejos de aquí me siento a la sombra.
Observo cómo todo pasa rápido, a un ritmo acelerado y sincopado. Plagado de tropezones, frenazos y arranques súbitos de energía. Dentro de esa corriente eléctrica, ni siquiera sé si quiero tratarme, dejar de ver la televisión, vivir en cierta forma de ello, correr arriba y abajo, currámelo por un sueldo, imitando en cutre a mis propios ideales, sean los que sean. Ansioso por llegar a algún sitio en el que disfrutar de los fuegos de artificio, no hacerse preguntas, abrir la boca, dejar de graznar y sorprenderse de estar en el sitio correcto. Me inquieta no formar parte de la danza encendida. Perder el ritmo. Sumergirme para borrarme. Y jamás encontrarme, porque cuando me lanzo a la búsqueda el otro, me alejo a un ritmo acelerado y sincopado y me adentro en el próximo capítulo de una espiral, de un guiño, de una fuente de chispas en la viñeta de un comic dibujado en la pantalla.
Observo cómo todo pasa rápido, a un ritmo acelerado y sincopado. Plagado de tropezones, frenazos y arranques súbitos de energía. Dentro de esa corriente eléctrica, ni siquiera sé si quiero tratarme, dejar de ver la televisión, vivir en cierta forma de ello, correr arriba y abajo, currámelo por un sueldo, imitando en cutre a mis propios ideales, sean los que sean. Ansioso por llegar a algún sitio en el que disfrutar de los fuegos de artificio, no hacerse preguntas, abrir la boca, dejar de graznar y sorprenderse de estar en el sitio correcto. Me inquieta no formar parte de la danza encendida. Perder el ritmo. Sumergirme para borrarme. Y jamás encontrarme, porque cuando me lanzo a la búsqueda el otro, me alejo a un ritmo acelerado y sincopado y me adentro en el próximo capítulo de una espiral, de un guiño, de una fuente de chispas en la viñeta de un comic dibujado en la pantalla.