la torpeza de callarse por miedo a ofender
a ser represaliado por tener la poca vergüenza de pronunciarse
la torpeza de no hacer por miedo a equivocarse
de no quedarse en los sitios por no molestar
la torpeza de equivocarse al construir el miedo
de molestar diciendo en lugares comunes vacíos de emoción y calidez
la torpeza de ofender a alguien por miedo a su pretendida autoridad
la torpeza de sentar jurisprudencia en la conversación
de quien se mantiene en pie cuando hay que sentarse
del quien escucha la voz interior con ínfulas de certeza
la torpeza de tropezar y precipitarse en la marmita de la vanagloria
de ejecutar sentencias respaldadas en intuiciones engañosas
de pergeñar venenos para hacer cumplir
la condena al escarnio público ajeno
la condena al escarnio público ajeno
la torpeza de ir perdiendo caravanas de amigxs por los caminos
de patear mal el suelo y torcerse el tobillo
de repercutirse la sien con un candado cerrado
atado a una cadena de insectos peludos y babosas
la torpeza de no plantearse la inutilidad de las medidas de seguridad
de las retenciones sinsentido en el hilo conductor del pensamiento
de los cacheos íntimos a la conciencia confusa
de las identificaciones arbitrarias
de la personalidad individual
la torpeza de sentirse quemado y no retirar la mano del fuego
de estirar espirales manufacturadas con emociones obsesivas
de masturbarse con frenesí una flaccidez reseca y cuarteada
mientras en la tele al fondo pasan imágenes de otra revuelta al lado de casa
la torpeza de considerarse libre para ser esclavo de uno mismo